(En Orihuela, su pueblo y el mío, 
se ha muerto como el rayo Ramón Sijé, 
a quien tanto quería) 
Yo quiero ser llorando el hortelano 
de la tierra que ocupas y estercolas, 
compañero del alma, tan temprano 
Alimentando lluvias, caracolas 
y órganos mi dolor sin instrumentos, 
a las desalentadas amapolas, 
daré tu corazón por alimento 
Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
que por doler me duele hasta el aliento 
Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 
un empujón brutal te ha derribado 
No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 
y siento más tu muerte que mi vida 
Ando sobre rastrojos de difuntos, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 
voy de mi corazón a mis asuntos 
Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 
temprano está rodando por el suelo 
No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 
no perdono a la tierra ni a la nada
En mis manos levanto una tormenta 
de piedras, rayos y hachas estridentes, 
sedienta de catástrofes y hambrienta
Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
quiero apartar la tierra parte a parte 
a dentelladas secas y calientes 
Quiero mirar la tierra hasta encontrarte 
y besarte la noble calavera 
y desamordazarte y regresarte 
Y volverás a mi huerto y a mi higuera: 
por los altos andamios de las flores 
pajareará tu alma colmenera 
De angelicales ceras y labores 
Volverás al arrullo de las rejas 
de los enamorados labradores 
Alegrarás la sombra de mis cejas, 
y tu sangre se irá a cada lado 
disputando tu novia y las abejas 
Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
llama a un campo de almendras espumosas 
mi avariciosa voz de enamorado
A las aladas almas de las rosas 
del almendro de nata te requiero 
que tenemos que hablar de muchas cosas 
compañero del alma, compañero
 
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